domingo, 8 de junio de 2014

El combate naval de Pacocha: relato del diario La Patria

Luis German Astete
   Luis Germán Astete
Por Ernesto Linares Mascaro
El Huáscar no es buque que se hizo famoso en el mundo durante la Guerra del Pacífico en 1879, sino dos años antes, cuando se enfrentó a dos buques británicos en el combate naval de Pacocha. La importancia del combate radica en que fue el primero en que se usaron torpedos autopropulsados Whitehead.
Un grupo de rebeldes tomó el blindado Huáscar en el Callao la noche del 6 de mayo de 1877. El Huáscar recorrió la costa chilena y boliviana. El 23 de mayo, en el puerto boliviano de Cobija, fue abordado por Nicolás de Piérola, quien fue proclamado Jefe Supremo del Perú por la tripulación. En ese momento, el Comandante General de la Escuadra, que se limitaba sólo al Huáscar, era el capitán de fragata Luis Germán Astete. Durante la corta campaña naval del Huáscar, el gobierno de Mariano Ignacio Prado había declarado al Huáscar como nave pirata y como intervino dos vapores de la empresa Pacific Steam Navigation Company (PSCN), esto ocasionó que las fuerzas navales británicas en el Pacífico interfieran en el conflicto interno peruano.
A continuación, un relato del combate naval de Pacocha que apareció en el diario La Patria de Lima del jueves 29 de mayo de 1879, en plena guerra con Chile. El diario La Patria era partidario de Piérola y su director era Pedro Alejandrino Del Solar, quien luego fue Jefe Superior Político y Militar del Sur entre 1880 y 1881.
combate Pacocha
La Patria Año VIII.- Número 2,394 del 29 de mayo de 1879
Biblioteca Central de la Universidad de San Marcos
Efemérides
29 DE MAYO DE 1877
Un puñado de peruanos, muchos de los cuales habían ocupado sus puestos en batería el día anterior, por primera vez, extenuados por la fatiga, después de 2 veladas y de haber a víspera no mas, sostenido dos combates en un solo día, pero vigorizados por el peligro mismo y por el sublime sentimiento del amor á la patria, resueltos al más completo sacrificio, sostienen durante tres horas y media, terrible y desigual combate contra un enemigo inmensamente superior en número, fuerza y disciplina; mantiene incólume el honor de su bandera, que se había pretendido hacerles arriar, en dos minutos, y escribe en las aguas de Pacochas, una de las más gloriosas leyendas de la patria.
Cuando pasados los primeros nobles y justos arrebatos del entusiasmo patrio, volvió á dominar el espíritu de banderia, sin comprender que se empeñaban con ello las glorias de la patria común, se ha pretendido apocar las glorias de Pacochas, aseverando que no era el “Shah” una nava blindada, como porque si lo fuerte ó no, desmereciese su heroísmo de los que sostuvieron en aquella acción el honor de la bandera de la República.
En la relación que, mas adelante publicamos, y que con el fin de establecer la verdad histórica sobre aquellos importantes acontecimientos, hemos pedido á uno de los que tripulaban nuestro glorioso monitor, se verán los informes que sobre aquella nave habían publicado los periódicos de Lima y la idea de que ella se tenía cuando se resolvió la resistencia a bordo del “Huáscar”.
El “Shah” no era blindado pero acaso por no serlo dejaba de ser superior al “Huáscar”. Y, si se tiene en cuenta, su acción combinada con la “Amethyst”, ¿puede ponerse en duda la notable superioridad de las fuerzas inglesas? Farragut en Mobila, Tegethoff en Liza, con buques de madera, atacan y destruyen formidables monitores, tripulados por esperimentados marinos; y dos naves inglesas, nuevas, de fierro una de ellas, comandadas por un Almirante, con tripulaciones aguerridas, superiores en velocidad, con artillería igual en poder, inmensamente superior en número, con torpedos y cuantos elementos de destrucción se han descubierto, atacan nuestra nave, servida por una tripulación colecticia é inesperta, la amenazan de écharla á pique en cinco minutos, reconociendo por sus propios labios, “que toda resistencia es inútil ante el formidable poder de que disponían”.
¡Y hay entre nosotros quien pueda poner en duda la superioridad de las fuerzas inglesas, en aquella jornada!
Precisemos las fuerzas que combatieron:
“Shah” fragata de fierro, con embono de madera; tonelaje de 6040; artillería 2 cañones giratorios en cubierta, sistema Armstrong, de 300 libras, y del peso de 12 toneladas; 24 cañones en los costados, del peso de 6 ½ toneladas.
Fuerza de máquina 7477 caballos, con 16 millas de marcha; costo de construcción 300,000 libras esterlinas; construida en 1876.
“Amethyste”. Corbeeta de 2149 toneladas; fuerza de máquina 700 caballos; artillería 20 cañones; construida en 1873.
Tripulaban ambos bandos 905 hombres, teniendo, además de los armamentos que quedan puntualizados, batería de torpedos y ametralladoras Gatling.
“Huáscar”. Vapor de torreón, con blindaje de 4 ½ pulgadas en batería; tonelaje de 1130; fuerza de máquina 300 caballos, con 11 millas de marcha: artillería de 2 cañones en torre jiratoria, del calibre de 300, sistema Armstrong; 2 cañones de á 40 igual sistema 1 de á 12 id. Id.; tripulación 165 hombres; construido en 1866; costó S/. 700,000.
Compárense estos elementos, y dígase, con ánimo desapasionado; de que lado estuvieron las ventajas, al aceptar y sostener el combate de Pacochas
RELACION.
Autorizada de los sucesos referentes al combate de Pacochas por uno de los tripulantes del Huáscar.
Desde que se recibió a bordo del “Huáscar” el oficio del Almirante D’Horsey, de 17 de mayo, y que le fue contestado, inmediatamente por el Comandante Astete, en los términos que debía serlo, se comprendió que no tardaría en producirse un conflicto con las naves inglesas, no seguramente porque en los actos practicados por el monitor, hubiese nada que pudiera ocasionarlo, sino porque aquel oficio, así como la reclamación de algunos comerciantes ingleses, la contestación del encargado de Negocios Británico, y los falsos y maliciosos informes de los Capitanes de los vapores “Santa Rosa” y “John Elder”, de todo lo que teníamos conocimiento, por los diarios de Lima, nos manifestaban, claramente, que se buscaban pretestos para motivar la intervención de la fragata “Shah”, de cuyo poder se tenia una idea extraordinaria, y que la casualidad había traido á unas aguas dos días después de la revolución del “Huáscar”.
Las comunicaciones de la capital, recibidas en Cobija el 25, no dejaron ya duda alguna á ese respecto: en ellos se avisaba, de un modo preciso, la salida del “Shah” y el objeto de su viaje, y los diarios confirmaban aquellas noticias. “El Comercio” de 16 de mayo, se expresaba así:
“Se ha esparcido el rumor que va á salir el formidable blindado“Shah” de la marina inglesa, con el objeto de apoderarse del “Huáscar” por haber hecho cañonazos á los vapores ingleses….
Cierto, pues, de la próxima intervención del Almirante británico, el día 26 reunió el señor Piérola, un Concejo de guerra, con todos los señores jefes, oficiales y paisanos que se hallaban á bordo, al que pidió su voto manifestándoles la situación y disponiendo que, ántes de pronunciarlo, se diese lectura á las noticias que, sobre la fragata “Shah”, registraban los diarios de Lima, á fin de que el Concejo juzgase acerca de la fuerza y condiciones del enemigo que podía presentarse próximamente, y se resolviese con pleno conocimiento del asunto.
Las descripciones que aquellos diarios registraban, decían así:
“COMERCIO”
(8 de mayo de 1877)
La formidable fragata encorazada inglesa “Shah” que esperábamos en nuestras aguas, ha llegado ayer en la tarde procedente de Caldera.
La prensa ha dado ya entre nosotros pormenores acerca de las condicionessorprendentes de este buque.
Monta 26 cañones de grueso calibre.
A su bordo viene el Almirante De Horsey, jefe de la estación naval británica en el Pacífico. Su comandante es Mr. Bedfort.
La tripulación es de 605 hombres.
Por otra parte el “Shah” debe ser de un andar asombroso, pues de Caldera aquí solo ha puesto tres días de viaje, según se ha apuntado”
“OPINION NACIONAL”
(8 de mayo de 1877)
“La “Shah”, fragata de guerra inglesa, entró ayer de Valparaíso con 13 días de viaje habiendo hecho escalas en Coquimbo y Caldera.
Este buque es blindado, una terrible máquina de guerra y no hay duda que es la nave mas hermosa que haya surcado nuestras aguas.
Su corte es finísimo y elegante y al cortar majestuosamente las aguas, lleva una marcha rapidísima, sin embargo, de sus grandes dimensiones.
………
He aquí algunos detalles sobre esta hermosa nave.
La “Shah” es una soberbia nave de guerra, construida conforme á los últimos adelantos del arte naval. Su andar es de catorce millas, pues tiene una máquina de fuerza de 7477 caballos.
Su artillería se compone de 26 cañones y una ametralladora. Dos cañones giratorios uno en popa y otro en proa con un peso de doce toneladas cada uno, y veinte á los costados, con peso de seis y media toneladas.
Vienen al mando el capitán Bedford y de cincuenta y dos oficiales. La tripulación se compone de seiscientos diez hombres perfectamente armados y equipados.
Las armas con que está dotado este buque suben a como á tres mil entre fusiles Remington, revólveres y sables de abordaje. Las granadas y balas cónicas como a cuatrocientos.
En una palabra, la “Shah” es una de las mas poderosas naves de guerra que hayan visitado nuestras aguas, saldrá dentro de algunos días más y se dirigirá á visitar todos los puertos del Norte de la costa del Pacífico”.
Despues de escuchar la lectura de estos informes, que no podían dejar duda de la inmensa superioridad de fuerza, velocidad y proporción numérica del “Shah”, y que infundían convencimiento de que, en el caso de ser agredidos, la resistencia no podía dar otro resultado que el de ser destruidos brevemente, el Concejo opinó por unanimidad de votos, “resistir hasta la última extremidad y hacer volar el “Huáscar” antes que arriar el pabellón de la patria ó entregar el buque a un enemigo extranjero, que, desde ese momento fuese clavarlo en el palo mayor el estandarte de la República”.
Pidió en seguida al Consejo, el señor Piérola su opinión sobre la actitud que debía asumir el “Huáscar” respecto de la Escuadra del Gobierno de Lima, vista la posibilidad de conflicto internacional que debía surgir á consecuencia de la agresión del “Shah”, manifestando la conveniencia que habría en conservar al país sus elementos de defensa naval; y el Concejo opinó porque,desde aquel momento no debía provocarse á combate á aquella escuadra sino antes bien rehuirlo, y en el caso de ser agredidos, batirse en retirada y procurando hacerlo el menor daño posible.
Oido el voto del Consejo, sobre los puntos que quedan indicados, manifestó el señor Piérola, que tal era su propia decisión: y que por cierto de antemano, de que no podía ser otra la del Consejo respecto al ataque del “Shah”, había preparado una proclama á la Nación sobre dicho asunto, proclama que también sometía al juicio del Consejo.
El texto de dicho documento es el siguiente:
(En atención á las circunstancias actuales en que relegando toda división a completo olvido nos hallamos al frente del enemigo extranjero, suprimimos de la espresada proclama cuanto se refiere á la política interior para no conservar sino los párrafos relativos á la intervención de las naves británicas)
……………………….
No me inquietan, porque me enorgullezco declararlo muy alto: la resolución inquebrantable, y no mia, sino de todos sin excepción entre los tripulantes del “Huáscar”, es sucumbir luchando; es saltar la nave en pedazos, si la superioridad material del agresor extranjero no nos dejase otro recurso, antes de arriar de ella el pabellón de la República.
…………………
Compatriotas:
Nada temais por la soberanía y dignidad del Perú. Terminadas nuestras provisiones, salimos en breve para hallarnos en medio de vosotros.
………………….
Si esa intervención se efectuase cualquiera que sea la forma en que tenga lugar, estad seguros de que quedará escrito en nuestros mares, con caracteres que no se borran, de qué manera saben los peruanos sostener el honor de la bandera y la soberanía de la República.
Vuestro conciudadano
            N. de Piérola
A bordo del “Huáscar”, mayo 26 de 1877
La lectura de aquella proclama, escuchada con repetidas señales de aprobación, levantó aun más, si era posible, la decisión y el entusiasmo del Consejo, y se acordó fuese fijada en la torre del monitor y enviada por el primer vapor á las naves peruanas que obedecían al Gobierno de Lima.
Concluido el Consejo subió el señor Piérola á cubierta, seguido de todos, para dar cumplimiento á la resolución de hacer clavar el estandarte, trasmitiéndose la órden por los conductos regulares; mas no pudo ser llevado á cabo aquel acto, por haberse encontrado, al hacerlo, que el mastelero era de fierro. Pero allí, bajo la enseña de la patria, se estrecharon todas las manos, empeñándose recíprocamente la promesa de cumplir cada uno lo que se había resuelto en el Consejo.
La proclama fue fijada en la torre, y, como se había acordado, enviada á la “Independencia”, “Atahualpa”, “Unión” y “Pilcomayo”, entregándose bajo recibo estas comunicaciones al Administrador de correos de Cobija.
Concluidos los aprestos para emprender activamente las operaciones de la campaña y después de señalar nuevamente sus puestos de combate á todos los que no formaban parte de la dotación zarpó el "Huáscar" en la madrugada con rumbo á Pisagua, alejándolos de Iquique, para no provocar, según se había resuelto, á los buques enemigos que sabíamos, estaban en este muerto.
Antes del amanecer del 28 nos hallábamos frente á Pisagua y comprendimos, desde luego, por las señales de fuego, que observamos sobre la altura al S, que alguna de las naves enemigas estaba en las inmediaciones, lo que en efecto sucedia, pues al amanecer reconocimos á la “Unión” del lado de afuera.
Suponiendo que durante nuestra ausencia se hubiese renovado la guarnición del puerto y preparado elementos de resistencia, el señor Piérola dispuso la ocupación militar de él desembarcando, al efecto, cuarenta y cinco hombres á ordenes del coronel Alvizuri, por la caleta de Huata, que ocupando las alturas de ese lugar descendiese sobre la población; operación que se verificó después de tres horas de tenaz resistencia y con algunos muertos y heridos, de una y otra parte.
Como parte de la guarnición hubiese salido de Pisagua y ocupado los cercos al norte de la población, camino del interior, desde donde hacia fuego sobre los nuestros, con el objeto de desbandarla é impedir su retirada, el “Huáscar” hizo sobre las inmediaciones de dicho puerto dos disparos con los cañones de cubierta y uno de la torre, con bombas descargadas, produciendo la dispersión de aquella fuerza.
Esto fue lo que en una circular del Ministerio de Relaciones Exteriores al cuerpo diplomático extranjero y en algunos diarios de Lima se llamó el bombardeo de Pisagua por el “Huáscar”.
Despues de recoger las armas y pertrechos que había dejado el enemigo en la población, asi como recoger y asistir á los heridos, la fuerza de ocupación, ayudada por el pueblo, se preparaba á tomar rancho y dar principio al embarque de carbón, cuando los vigías del pueblo colocados en la altura desde que se ocupó la plaza, anunciaron que se avistaba la escuadra enemiga; y el monitor dio la señal de reunión.
Obedeciéndola se reembarcó la gente y el “Huáscar” salió del puerto.
La “Independencia”, la “Unión” y la “Pilcomayo” fueron encontradas casi inmediatamente, y se hizo un disparo de la torre por alto y con bomba descargada, sobre el primero de estos buques, que atravesó la chimenea en la medianía. Este disparo, que reventó el gancho de la rondana en que pasa la cadena de retenida, quedando inutilizada esta pieza, fue hecho al mismo tiempo que el monitor se retiraba para evitar un combate con nuestros buques en virtud de las ordenes recibidas y de acuerdo con lo resuelto por el consejo del 26.
Al verificarlo, se pudo fácilmente observar que la “Independencia” no podía seguirnos, que la “Pilcomayo” no abandonaba su posición y que la “Unión” era la única que avanzaba.
Esta circunstancia, unida á la conocida audacia de su comandante sugirió al señor Piérola, la idea de apoderarse de dicho buque atrayéndolo solo hacia nosotros y á distancia tal que los otros buques y de nosotros, que no pudiese ser auxiliado ni escapársenos.
A tal fin se ordenó que el monitor apagase por entero sus fuegos y aparentara solo huir, lo que se efectuó.
Juzgando sin duda el comandante de la “Unión” que estábamos imposibilitados de hacer fuego, concibió el proyecto de abordarnos llegando á aproximársenos hasta hacer uso de su fusilería que fue contestada por nuestra guarnición.
Este era el momento de hacer comprender á la “Unión” que se había engañado y debía rendirse y se efectuo un disparo con el cañoncito de popa y otro inmediatamente de la torre se dejaron oir.
Pero la “Unión” se alejó á todo vapor y favorecida por la noche que acababa de entrar hizo que la perdiésemos de vista en algunos instantes.
Nuestra estación en Pisagua permitió al señor Piérola comunicar con el vapor del norte y recibir su comunicación del litoral y frustrado el plan de apoderarnos de la “Unión” que no había sido un incidente ocasional de el expresado encuentro, ordenó la inmediata partida del “Huáscar” á un punto de la costa norte señalado por él y con prevención de alejarnos lo suficiente de Arica é Ilo al pasar por dichos puertos para no ser distinguidos de tierra.
El encuentro que acabamos de narrar fue desde luego, considerando por nosotros como una feliz oportunidad que nos permitió, por decirlo así, hacer un ejercicio de fuego, en el cual pudimos apreciar el estado del buque y reparar en lo posible las pequeñas faltas con que en su servicio nos encontramos.
Largo sería enumerar el desorden en que habíamos hallado los elementos de combate en el “Huáscar” y la falta absoluta de otros. Basta decir, que no había abordo una libra de estopa, ni un tapon, ni una pulgada de madera con que hacerlo; y no había sido posible subsanar estas faltas en los puertos de Chile y Bolivia, por la hostilidad que contra el “Huáscar” se había empleado asi es que, no había con que cubrir las brechas que podía hacerle el enemigo; el timon de combate no estaba expedito; no había una sola espoleta para los cañones de á 40 y el de 12, en fin, los pocos estopines que se encontraron para los cañones de torre, estaban entremezclados con los otros y húmedos, circunstancia que nos fue fatal en el combate del 29, pues por ella faltaron ocho veces nuestros disparos.
La noche del 27 había sido ocupada en preparar y ordenar la fuerza que debía desembarcar en Pisagua al amanecer: el 28 se habían sostenido dos combates sin que la gente hubiese podido tomar alimento alguno hasta la una de la mañana, hora en que se le dio una sopa; y la noche del 28 fue ocupada en reparar la avería del cañon, por manera que aun estaban enrojecidos los ganchos, encendida la frangua y acabando de aun de fajarnos en ella cuanto avistamos las naves inglesas.
A las 1 h. 30 m. p.m. nueve millas al O. de Punta Coles, avistamos por nuestra proa dos buques á vapor uno al lado de la costa y el otro afuera que navegaba con rumbo al Sur, lo que puesto en conocimiento del señor Piérola dio órden al comandante general para que se procediera á reconocerlos; y quince minutos mas tarde, ya á distancia de 4 millas, conocimos eran la fragata “Shah” y la corbeta “Amethyst” de la marina de guerra de S.M.B. puestas en son de combate y trayendo la “Shah” cuatro torpedos, colgados dos en los tanjones y dos en las aletas.
A pesar de haber notado que ambos buques gobernaban á cortar nuestro rumbo, continuamos sin alterar en lo menor lo ordenado la víspera por el señor Piérola.
A las 2 h. p. m. la “Shah” nos hizo un disparo á pólvora y nos penetro el costado de estribor al mismo tiempo que la “Amethyst” se aguantaba por nuestra popa.
El señor Piérola á la sazón sobre el puente ordenó que se aguantase el buque sobre la máquina; verificado lo cual la “Shah” destacó una embarcación, la que minutos después atracaba en efecto á nuestro costado trayendo un oficial, quien preguntó si teníamos á nuestro bordo alguna persona que hablase el inglés y habiéndose aproximado el coronel Larrañaga invitándole á que se subiera y manifestase el objeto que le traía, hizo la intimación cuyos términos y contestación dada por el señor Piérola constan en el parte oficial del combate.
En este momento, el señor Piérola dirijió á los que se, hallaban sobre cubierta una breve pero vigorosa alocución, declarando que no íbamos á luchar sino por la patria y por su honra, y que era inmensa fortuna poder morir defendiéndola; alocución que fue contestada con un uniforme grito de entusiasmo de los que la escuchaban, repetido luego en los demás compartimientos del buque.
El coronel Marcelino Varela y teniente coronel Espinoza, apresados en Pisagua y, con centinelas de vista en la cámara de oficiales, informados de lo que ocurria solicitaron entonces un puesto en el combate; demanda inmediatamente acordada por el señor Piérola.
A las 2 h. 25 m. p.m. mas hizo la fragata un disparo fuera de puntería. El Sr. Piérola dio órden de que no fuese contestado y que esperamos hasta que rompiesen los fuegos directamente sobre nosotros. Pocos segundos después la “Shah”, cambiando señales con la “Amethyst” nos hizo un segundo disparo cuya bala pasó por lo alto de nuestra arboladura, se le contestó ya con el cañón de la derecha de nuestra torre, hallándonos en ese momento á una distancia de 1600 metros de la “Shah”, que se mantenía por nuestra proa tratando de atacarnos por nuestro lado de babor, y á 2000 metros de la “Amethyst” que gobernaba por nuestra popa á colocarse de nuestro lado de estribor. Apercibido el comandante del “Huáscar” de que el plan del enemigo tendía a colocarnos entre dos fuegos, maniobró para evitarlo; y dirijiéndonos sobre la costa, enviamos nuestro segundo cañonazo sobre la “Shah” a las 2 h. 45. Acosados por la fragata que, maniobrando á cortar por nuestro rumbo, nos descargó á 900 metros una andanada, nos dirijimos sobre ella para hacer uso del ariete pero faltaron en ese momento los guardines del timon y tal incidente nos obligó a dar atrás, y á manejarlo haciendo uso de aparejos establecidos en la cámara de popa, á donde se trasmitían las voces de mando por medio de personas apostadas con tal objeto de la parte inferior de la torre del comandante á dicha cámara.
A las 3 h. 30 m. habíamos ganado la costa, cuyo abrigo buscamos, para que el enemigo no pudiera atacarnos sino por uno de nuestros costados. Teníamos entonces á los dos buques ingleses por nuestra por nuestra proa, y habiéndonos lanzado la “Shah” un torpedo, dirijimos sobre ella nuestro cuatro cañonazo. A las 4 h. p.m. nos hallábamos frente á la quebrada de Ilo, y contestando á una andanada de la “Shah”, hacíamos el quinto disparo sobre ella, cuando nos vimos dolorosamente sorprendidos por un vivo fuego de fusilería dirijido sobre nosotros por las fuerzas de tierra; fuego que no contestamos y uno de cuyos disparos atravesó la gorra del comandante de la torre, señor Carrasco, felizmente sin herirlo.
Aquella descarga de la “Shah” derribó el pico con el estandarte del combate. En el acto y bajo el nutrido fuego enemigo, el cabo de luces, sargento Baltazar Caicho, asociado con el grumete Federico Vidof acudieron impávidos a reestablecerlo, desenredándolo de la jarcia y pico en que se había vuelto é izarlo en el asto.
A las 4 h. 30 m. hicimos nuestro sesto cañonazo, único directo sobre la “Amethyst” y notando incendio en esta, pusímonos en su persecución; pero habiéndonos acometido por la popa la “Shah” que nos arrojó un segundo torpedo y á distancia de 400 metros descargó su batería y cañones de cubierta, empleando además la ametralladora que tenía en su cofa, nos lanzamos sobre esta con el propósito de emplear el ariete, descargándole antes á corta distancia nuestros cañones. Mas, faltaron los estopines hasta el quinto, y el enemigo, esquivando el golpe gracias á la enorme superioridad de su andar, se colocó cubriendo a la “Amethyst” que, sin duda á causa del incendio que tenía a bordo, se retiró del combate; y en esta disposición hicimos á las 5 p.m. nuestro sétimo cañonazo sobre los buques ingleses.
La “Shah” continuando su retirada protegiendo á la “Amethyst” nos hizo á las 5.30 su último disparo con la coliza de popa; que fue inmediatamente contestado con nuestro octavo cañonazo. A las 5 h. 45 p.m. dueños del campo disparábamos sobre la “Shah” nuestro noveno y último cañonazo, no siguiendo en persecución de los buques ingleses á pesar de que les suponíamos serias averías, porque la superioridad de su andar habría hecho vano tal intento; y, por esto, mientras el enemigo continuaba su retirada hasta perderse de vista, nosotros nos dirijimos al fondeadero de Pacocha.
Llegados al fondeadero de Pacocha, el señor Piérola, atribuyendo el fuego que se nos había hecho por la guarnición de Ilo á que las autoridades juzgasen que compatiamos con la escuadra del Gobierno, envió a tierra como parlamentarios a los señores Billinghurst y Duffó encargados de hacerles conocer el error en que se hallaban; pues no podíamos, ni suponer, entonces, que el jefe de estas fuerzas, subprefecto de Moquegua, señor Barrios, procediera á ciencia cierta de lo que ocurria, y solo mas tarde viendo publicada su nota supimos que en la lucha sostenida en esos momentos entre su patriotismo y lo que él creía su deber como servidor sumiso del gobierno, venció este último y cediendo á sus impulsos ayudaba á las naves británicas, atacando alevosamente á compatriotas suyos en los solemnes instantes en que, agredidos nuestro pabellón y nuestra soberanía nacional, luchábamos como buenos para mantener sus fueros.
Consecuente consigo mismo el señor Barrios, sin tomar en cuenta el carácter que llevaban ni las circunstancias en que iban, redujo á prisión á los parlamentarios.
A las 7 p.m. reunió el señor Piérola una junta de guerra, con el objeto de consultarle cual sería la actitud que debíamos adoptar en las circunstancias en que colocaba al Perú la injustificable agresión de la escuadra inglesa.
La inmensa superioridad del enemigo no permitia ir á buscarle solos con la posibilidad de buen éxito. Y además teniendo dos escuadras enemigas, y punto alguno de apoyo en la corte, era indispensable procurarnos el medio seguro de rehacer nuestra provision de carbón cuando se agotase, para no exponernos á encontrar de nuevo las naves británicas desprovistos de aquel elemento. Finalmente era imposible creer que nuestros marinos informados de la agresion británica rehusasen el acompañarnos en defensa de nuestro pabellón.
La junta, tomando en cuenta tales consideraciones, opinó por unanimidad de votos el dirijirnos inmediatamente á Iquique en cuyo puerto suponíamos la escuadra peruana, con el objeto de proponerle que sobreponiéndonos á todo interés de política interior y tomando solo en cuenta la honra y la gloria del Perú, saliésemos juntos en busca de las naves británicas para demandarles reparación de la ofensa hecha, no á un partido político, sino al Perú entero, simbolizado por el pabellón que se pretendió hacernos arriar. El señor Piérola aceptó este dictamen, y, manifestando estar pronto á ponerse á órdenes del Jefe de la escuadra si así lo exijiese para acompañarnos en la lucha, ordenó hiciéramos rumbo á Iquique cuidando de reconocer los puertos intermedios por si la escuadra peruana se hallase en alguno de ellos. En cumplimiento de esta orden, á las 7h. 30m. p.m. abandonamos la rada de Pacochas, y sin distinguir embarcación alguna ni luz si quiera de los buques ingleses, hicimos rumbo al Sur.
El 30 de mayo á las 9h. a.m. reconocimos el puerto de Pisagua y no hallándose en él buque alguno de nuestra escuadra, continuamos en dirección á Iquique. Doblando la punta de Pichalo distinguimos á la “Plicomayo” que venía con rumbo al norte é inmediatamente vino tomando al contrario para regresar á Iquique.
Llegamos nosotros á la entrada de este puerto á las 2h. 30 m. p.m. y avistando a la fragata “Independencia” y corbeta “Unión” y “Pilcomayo” que en son de combate salen á nuestro encuentro, pusimos la bandera de parlamento, hicimos señales á la “Independencia” pidiendo un bote; pero como esta lo negara contestando: -“venga un bote”, hizose arriar el chinchorro, única embarcación del “Huáscar” que, aunque agujereado en varios puntos habiendo sido taponada, pudo mantenerse a flote, y en él se embarcaron los parlamentarios Sres. Echenique, Bustamante y coronel Varela, llevando la comunicación del Sr. Piérola al Comandante General de la Escuadra. Una hora más tarde, regresando los parlamentarios, supimos que el Comandante Moore se negaba á aceptar las propuestas reunidas en la comunicación del señor Piérola, y las que en cumplimiento de instrucciones verbales le hicieron los parlamentarios, una de las cuales era la entrega inmediata del “Huáscar” sin más condición que la de salir la Escuadra toda á demandar, como peruanos, reparación del agravio hecho al pabellón nacional, y llegado ese caso el señor Piérola solo podía para sí y sus compañeros un puesto cualquiera en nuestras naves á la hora del combate; pero el señor Moore se negó á toda propuesta, y aun á dar contestación escrita. Limitóse á decir de palabra á los parlamentarios que á pesar de la gravedad del conflicto ocurrido, él nada resolvería sin dar antes cuenta á su Gobierno, resuelto a proceder en todo caso en conformidad con las órdenes que de éste recibiera, para lo cual haciendo uso del telégrafo iba a comunicar lo ocurrido á Lima.
Convinóse en que seguiríamos ocupando las mismas posiciones mientras llegaba la respuesta aguardaba por él, y que una vez ésta en sus manos, nos haría señales de la “Independencia”, desprendiendo una embarcación con un oficial que vendría encargado de entregar en pliego cerrado en respuesta escrita al señor Piérola, respuesta que los parlamentarios deberían ir á buscar en un punto equidistante de ambas naves.
Los parlamentarios pidieron entonces al Jefe de la Escuadra, que se nos permitiera desembarcar y dar sepultura en tierra al cadáver del corneta Bejar, muerto por el segmento de una bomba que atravesó la coraza cerca de la lumbrera del segundo camarote de estribor,    quedando la base clavada en ella.
Negándose á ello el Comandante Moore convino en que un bote de la “Pilcomayo” iría á recojerlo, como en efecto se hizo. La ceremonia de entrega del cadáver, envuelto en el pabellón nacional y con la inscripción: “murió defendiendo el honor patrio”- fue conmovedora. Los tripulantes formaban calle desde la toldilla hasta el portalon, acompañándole descubiertos hasta allí el cuerpo de jefes y oficiales presididos por el señor Piérola, quien despidió el cadáver después de breves y sentidas palabras inspiradas por aquel acto.
A las 9h. 50m. p.m. habiendo hecho la “Independencia” la señal convenida, embarcándose nuevamente en el chinchorro los señores Echenique y Bustamante, regresando una hora después con la expresada respuesta.
Honda impresión produjo en nosotros la negativa que ella contenia; pues la verbal no había sido bastante para destruir las ilusiones que, desde la salida de Pacochas abrigábamos respecto á la actitud que asumirían nuestros compañeros del cuerpo de marina, al darles conocimiento de la agresión inglesa.
Momentos después, el señor Piérola hizo reunir el consejo, al que fueron llamados también el coronel Varela y comandante Espinosa y se dio conocimiento de las comunicaciones cambiadas con el comandante Moore. Estudiada la decisión que por órden del gobierno trasmitia y tomando en consideración que sería forzoso librar un combate con el resto de nuestras naves debilitando nuestro poder marítimo en tales circunstancias más necesario que nunca, después de discutir la ida al Callao ó al extranjero para lo cual no había inconveniente alguno, teniendo abordo carbón para cuatro días, el consejo adoptó el proyecto de oficio propuesto por el señor Piérola y que fue pasado inmediatamente al comandante Moore.
Informada la tripulación de la contestación del Gobierno y decisión del Consejo de entregar el buque, pidió hablar el señor Piérola, reuniéndose sobre cubierta.
Concedida esa demanda por éste, le suplicó encarecidamente que volviera sobre tal decisión, manifestando que estaban resueltos todos á sostener nuevos combates y con la seguridad de vencer sin dificultad al enemigo que teníamos delante.
El señor Piérola escuchó sus razones y elogiando su actitud les hizo presente las consideraciones en favor del país, cuyos intereses eran los únicos que servían, que le decidían entregar el buque.
Acatándolas, los que componían la tripulación expresaron en respuesta su resolución de seguir su voz donde quiera que se encontrase; y preguntándole si era cierto que iba á hacerse la capitulación sin garantía alguna para él, le rogaron de nuevo y en términos verdaderamente conmovedores que no hiciese semejante cosa.
El señor Piérola impresionado por esta nueva súplica se despidió de ellos con palabras tranquilizadoras y de afecto por los tripulantes.
Aceptada la capitulación por el comandante Moore en nombre del Gobierno en los términos del oficio pasado por éste, la entrega se verificó en la mañana del 31 de Mayo, pasando los tripulantes del “Huáscar” á bordo de la fragata “Independencia” en donde con gran sorpresa suya pudieron notar después que se hallaban presos, sin embargo de haberlo negado desde luego el señor Moore.
Así terminaron los sucesos producidos por la intervención de las naves británicas comandadas por el almirante De Horsey en los asuntos interiores del Perú.
Los que se siguieron no corresponden al carácter de este relato.

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