martes, 2 de agosto de 2016

El Perú andino triunfa sobre Chile en Sangrar y Sierralumi





Perdidas las batallas de San Juan y Miraflores, y ocupada Lima desde el 17 de enero de 1881, la resistencia peruana se corporizó en el general Andrés Avelino Cáceres, quien alcanzó ese grado en abril de 1881, por su destacada participación en todas las grandes batallas de la guerra hasta ese momento.

Cáceres sobrevivió a una grave herida de bala en el fémur derecho en la Batalla de Miraflores (15 de enero 1881) y, como jefe político y militar del Centro, inició una incansable labor entre las comunidades campesinas de Tarma, Jauja y Huancayo. En esta gigantesca labor, mucho le ayudó a Cáceres hablar el quechua y conocer a fondo el alma de los indígenas, quienes de cariño le dirán “Taita Cáceres”.
La campaña de la resistencia patriota se inició el 28 de abril de 1881. Jauja se convirtió en el cuartel general de la resistencia y el alto mando chileno, informado que Cáceres organizaba a las masas de indígenas del centro, decidió enviar una división de mil hombres al mando del teniente coronel Ambrosio Letelier.
La orden de Patricio Lynch, el jefe de la ocupación, era eliminar a las incipientes fuerzas peruanas. Letelier, como lo admite el historiador chileno Gonzalo Bulnes, creyó ser el amo y dueño del territorio ocupado y avanzó sembrando extorsiones y destrucción en Tarma, Cerro de Pasco y Huánuco.

Triunfo en Sangrar

Letelier impuso cupos a Tarma, Huancayo y esquilmó, como si fuera un bandido, a los mineros de Cerro de Pasco, sin importarle la nacionalidad de nadie. Sus abusos, sin embargo, motivaron la airada queja del cónsul italiano por el robo perpetrado a uno de sus nacionales.
Letelier, que se convirtió en una vergüenza para los invasores, fue obligado a volver a Lima y, tan graves eran las denuncias en su contra, que fue sometido a un consejo de guerra y enviado a Chile con otros dos de sus oficiales. El retorno de Letelier, sin embargo, no fue fácil, pues una columna chilena, enviada a servirle de retaguardia, fue destrozada por las fuerzas del coronel Vento en el combate de Sangrar, en Canta, el 26 de junio de 1881. La lucha se dio en dos partes, al sorprender los peruanos a una avanzada chilena de 7 soldados, que fue aniquilada.

Al caer la tarde, las fuerzas del coronel Vento reiniciaron el ataque contra las fuerzas que mandaba el capitán chileno Araneda, que tuvo que refugiarse en un campamento minero. Por su mejor armamento, los chilenos pudieron resistir el asedio, que debió ser levantado por la proximidad de las tropas de Letelier, que bajaban en retirada a Lima. Unos 24 chilenos cayeron en la refriega y otros 18 quedaron heridos.

Golpe en Sierralumi

Las fuerzas chilenas tendrían otro duro revés a manos de las montoneras campesinas en la quebrada de Sierralumi, distrito de Comas, al noroeste de Concepción, en Junín.
Fue el 2 de marzo de 1882, cuando la columna del teniente Idelfonso Alamos retornaba a Concepción llevando 500 carneros y vacas, además de 500 arrobas de mantequilla y alimentos, que le fuera requisada a la hacienda Runatullo.
Desde que los chilenos se aparecieron en el valle de Mantaro, se hicieron odiosos por sus exacciones y, esta vez, al mando del valiente Ambrosio Salazar, los campesinos se organizaron y esperaron a los chilenos en las alturas de Sierralumi, desde donde los atacaron con hondas y les lanzaron piedras enormes, que se llevaron a unos 18 soldados chilenos al abismo.
Esta acción sirvió de estimulo a los campesinos de Junín, que desde entonces se plegaron en masa a la resistencia contra el invasor chileno.


Cáceres burla
el cerco chileno

El alto mando chileno, en coordinación con el gobierno de Santiago, al no lograr que García Calderón firme la paz con cesión territorial, procedieron a detenerlo y embarcarlo a Chile, junto a otros políticos peruanos importantes.
Otra decisión fue organizar una doble expedición militar, para cercar y destruir al pequeño ejército de Cáceres estacionado en Chosica. Lynch, al mando de dos mil hombres, subiría por Canta hasta Chicla, mientras que el general Gana y mil hombres irían de Lima a Chosica a atacar de frente.
Andrés Avelino Cáceres entonces empezaría a ganarse el apelativo de Brujo de los Andes, pues logró escapar del cerco a tiempo e inició la retirada con sus mil 200 hombres rumbo a Jauja, seguido por los soldados chilenos del general Gana.
En Jauja lanzó un mensaje a la nación, invocando la ayuda necesaria para seguir en la lucha, y luego salió de Jauja rumbo a Huancayo, ante la cercanía del enemigo que casi lo triplicaba en fuerzas.

Combate de Pucará

El 5 de febrero de 1882, finalmente, las tropas chilenas empiezan el ataque en el primer combate de Pucará, a diez kilómetros de Huancayo, donde Cáceres desarrolla una táctica magistral que contiene al enemigo más poderoso y le permite a sus hombres seguir su ruta rumbo a Izcuchaca, en Huancavelica.
Durante más de 5 horas se combate y la retaguardia peruana hace estragos entre los enemigos. En sus Memorias, Cáceres escribiría: “las fuerzas enemigas compuestas de más de 2,000 plazas, que en cinco horas de recio combate no pudieron apagar los fuegos de las guerrillas que les salieron al encuentro, se desconcertaron con tan inesperada resistencia, prefiriendo replegarse a Pucará antes que aventurar una acción erizada de peligros aunque para ello hubieron de renunciar, mal de su grado, a su propósito de cortar la retirada del ejército y aniquilarlo bajo el peso de sus poderosas armas…”


Las glorias de esa memorable jornada, son glorias nacionales que merecen figurar en los fastos de la guerra del Pacífico al lado de las que se conquistaron en los campos de Tarapacá”, escribió.
En este combate, Cáceres volvió a estar en el centro de la batalla y, en un momento, quedó tan expuesto ante el avance chileno que una partida de jinetes enemigos salió a capturarlo. La rápida reacción de los hombres que lo custodiaban impidió que los chilenos lograran su cometido y Cáceres, al mediodía y con un fuerte sol serrano, avanzaba junto a sus hombres mientras los chilenos cargaban sus muertos y retornaban a Huancayo.

En Jauja se inicia la resistencia con 294 combatientes

A mediados de 1881, ya era evidente el don de organización y de estrategia militar del cuartel de Jauja, porque partidas de montoneros se organizaron en Canta, Chancay y en el sur, en las sierras de Ica.
El historiador Luis Guzmán Palomino, en su libro Cáceres y la Breña, señala que el ejército de la Breña primigenio nació con apenas 294 hombres, integrado por hombres de distintos batallones que fueron disueltos tras la derrota en Miraflores.
Cáceres luego pasó a Huancayo, donde solicitó hombres y apoyo económico de los hacendados. Grande seria su desilusión porque el aporte económico siempre fue negado por temor a las represalias chilenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un chat amigo