martes, 5 de marzo de 2013

Descripción : Historia del Ejército del Perú



Nuevas investigaciones, determinan que la antigüedad de nuestro ejército se remonta al origen del Estado en el Perú, es decir 1000 o 1,200 años A. de C. Las primeras formas de estado aparecen con la civilización Chavín. Es con el estado Mochica que ya podemos hablar de un Ejército profesional, ello implica la preparación de un sector de la población exclusivamente para la guerra; pero es con los Wari que el Ejército se establece como institución permanente. Sin embargo son los incas quienes enmarcan al Ejército dentro de una estrategia geopolítica: dar unidad al mundo andino.

Además, en este periodo el Ejército adquiere características comunes a los ejércitos de otras latitudes: tiene un Comando, una Organización (divisiones y unidades), reclutamiento, un aparato logístico, e instrucción. Las decisiones importantes eran tomadas de consenso entre el inca, sus consejeros y principales jerarcas militares. Este Ejército Inca no termina con la captura de Atahualpa, permanece formado en al lucha contra los españoles, bajo la conducción de Manco Inca y sus sucesores los incas de Vilcabamba hasta 1572. En los años posteriores y una vez consolidada su presencia colonial en América, España no organizó un Ejército en estas tierras. Entre otras razones por el temor que tenía la corona de generar una fuente de poder que luego se volviera en su contra.

Se ha logrado enumerar más de cien insurrecciones y alzamientos de indígenas y mestizos contra la dominación colonial. De estas insurrecciones las que organizaron Ejércitos formales es decir encontramos en ellos un comando, una organización establecida, instrucción, y un adecuado abastecimiento, fueron Juan Santos Atahualpa en 1742 y José Gabriel Thupa Amaro en 1780. Cuando estalló esta revolución se conformó un Ejército para la defensa del Cusco, integrado por cuerpos veteranos de Lima y por milicias cívicas. Cabe destacar que la organización de las unidades virreinales eran una clara expresión de mestizaje, Además las milicias cívicas se componían mayoritariamente de indígenas que habían sido reclutados por los curacas leales a la corona. Las huestes tupacamaristas tenían una composición multietnica: mestizos, criollos e indios, reclutados en las comunidades del Cusco y el Alto Perú. También tuvo combatientes mujeres.

En 1814 los hermanos Angulo Y Mateo Pumacahua organizaron el primer Ejército formalmente establecido dentro de la usanza militar de ese entonces, Había un comando, ya podemos hablar de un Estado Mayor, encontramos unidades de infantería, caballería y artillería, organizadas en divisiones claramente establecidas. Tenían una bandera, símbolos y hasta una patrona, la Virgen de las Mercedes. Este es el antecedente más inmediato del actual Ejército.
A inicios del siglo XIX la lucha por la independencia americana alcanzó notables progresos. Muchos pueblos organizaron ejércitos para luchar contra el poder colonial. Nacen así los Ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata y de Chile, que en 1819 conformaron el Ejército Libertador del Perú. Desde 1818 los patriotas peruanos mantenían una nutrida correspondencia con los patriotas platenses.. La ofensiva española alcanzó su mayor fuerza entre 1814 y 1816, pero no pudo derrotar al gobierno de las Provincias Unidas.

En el Perú, los patriotas comprendieron que sin el apoyo de las Provincias Unidas iba a ser muy difícil derrotar a los españoles. Enviaron detalles de la distribución de las fuerzas españolas y diversos planes de desembarco. Uno de estos planes fue preparado por José de la Riva Agüero, y enviado a Buenos Aires escondido en la suela del zapato de un patriota que viajó a esa ciudad.
San Martín aceptó realizar la expedición porque se convenció que los peruanos estaban decididos por la independencia. Es así como el 5 de febrero de 1819 se firma un tratado por el cual las Provincias Unidas del Río de la Plata y la República de Chile, acuerdan organizar una expedición al Perú, “conviniendo ambas partes con los deseos manifestados por los habitantes del Perú de que se le auxilie con fuerza armada para arrojar al gobierno español”.
San Martín al ver el entusiasmo y apoyo total que recibía de los peruanos, que en gran número llegaban al cuartel general de Pisco pidiendo ser dados de alta en el Ejército Libertador, decidió organizar con ellos las primeras unidades peruanas. Como primera medida el 21 de octubre firmó el decreto de creación de la Bandera del Perú, para que los peruanos, que comenzaban a organizarse militarmente, tuvieran un símbolo patrio que defender y bajo el cual combatir. Estas unidades fueron: el Escuadrón Auxiliares de Ica y los batallones Cazadores del Ejército y Veteranos de Jauja. Nace así el Ejército del Perú.

La organización de este Ejército, al igual que la de los ejércitos de Argentina y Chile y el mismo el Ejército Libertador se hizo acorde con las Ordenanzas españolas del siglo XVIII. Estipulaba además dos tipos de organización: una para la paz y otra para la guerra. En tiempo de guerra el Ejército tenía un Comando conformado por un general en jefe; un Estado Mayor, para coordinar y dirigir las campañas; por divisiones y unidades. En tiempo de paz no había estado mayor, ni general en jefe. Se organizaba la Inspección General para cumplir ambas funciones, a más de económicas disciplinarias y administrativas.
El Ejército Peruano en 1820 fue organizado para la guerra, pero no tenía un general en jefe, ni un estado mayor, porque estaba supeditado al comando del Ejército Libertador, donde se le consideraba una división más. Es recién en 1823 cuando el presidente Riva Agüero da autonomía a nuestro Ejército, y puede decirse que esta es realmente su partida de nacimiento, pues le confiere un General en jefe y le designa un Estado Mayor. El primer general en jefe fue Andrés de Santa Cruz y el primer jefe de Estado Mayor el general Agustín Gamarra. Se aprueba reglamentos de instrucción y se inicia el reclutamiento para engrosar esta fuerza. Igualmente se aclara que es nuestro Ejército quien conduce y lleva el peso de las operaciones bélicas.

Con la llegada de Bolívar, el ejército Peruano sufre un duro golpe, se desintegra muchas unidades para que sus efectivos pasen a integrar las unidades colombianas, nos quedamos prácticamente sin caballería. Se pretendió menoscabar la presencia peruana para restar peso político a nuestra actuación y encumbrar a Bolívar y su proyecto de la Confederación de los Andes. Sin embargo la actuación peruana en Junín y Ayacucho será decisiva.
Al iniciar nuestra vida independiente en 1825, se organiza al Ejército acorde con lo estipulado en las ordenanzas para los tiempos de paz. Se suprimió el Estado Mayor y se organizó la Inspección de Infantería y Caballería. Se aprobó el primer reglamento orgánico y se incrementaron nuestros efectivos. De todas las instituciones existentes en los primeros años de nuestra vida republicana, el Ejército era una de las pocas que se encontraba fortalecida y presente en todo el territorio nacional.
Mientras los liberales buscaron generales de carácter señorial que representaran los intereses costeños, los conservadores buscaron militares que impusieran gobiernos fuertes para poder garantizar la premisa de paz y orden y los intereses del sur andino. Esta pugna esta presenta en las diversas Constituciones que tuvo el Perú entre 1825 y 1845, etapa que se conoce como del caudillaje militar, porque la pugna política se encubrió y transformó en una rivalidad de intereses personales y de figuración.

Jorge Basadre dice que el militarismo es consecuencia del vacío poder en esos años iniciales de nuestra vida republicana y no causa del mismo. Esto es fundamental para poder comprender la historia militar del Perú. Otro aspecto también muy importante es comprender la doctrina que manejaban los militares en esos años. Basadre también dice que los militarismos del siglo XIX surgen en el Perú después de las victorias o las derrotas. Los militares se creyeron los hacedores de la patria y los llamados a resguardarla. Un amplio sector de la población civil se convenció de ello. Prueba de esto es que los grupos políticos que operaron durante el siglo XIX, incluido el partido civilista, siempre recurrieron a militares para fortalecerse, en vez de buscar su fortalecimiento en la llamada sociedad civil.
Esos años las pugnas políticas generaron la existencia de un gran número de oficiales. En 1829 se ordenó la primera reforma del Ejército y se dispuso que los oficiales que no habían participado en la guerra de independencia, pasaban a la condición de reformados. No obstante en la práctica no se cumplió y muchos de los reformados regresaron al servicio luego de cobrar su dinero.

El gran número de oficiales, producto de las rivalidades militaristas, la falta de dinero en el erario público para poder sostener una planilla tan alta, originó el atraso en el pago de haberes. Pero fue la inestabilidad política la que generó un mal endémico en el Ejército del siglo XIX, la presencia del llamado indefinido, que era el oficial sin plaza en el Ejército. Es recién con Castilla que el Ejército se moderniza. En esos años se intentó solucionar el problema del armamento, hay compra de material bélico producto de la bonanza guanera. Con ese armamento pudimos enfrentar con éxito la guerra con España y obtuvimos la victoria del Dos de Mayo, que selló la independencia de Perú y América.
Entre 1867 y 1879 se agudiza la rivalidad entre militares y civiles. Hay un deterioro en el Ejército que se manifiesta en la falta de actualización profesional, deterioro del armamento, reducción del personal y efectivo de tropa. La doctrina no se cambia y ni se definen los roles del estado y mucho menos del Ejército.

La derrota de la guerra con Chile es una culpa compartida entre civiles y militares. Es producto de la imprevisión, de la improvisación y falta de preparación. Nuestra doctrina no se adecuó a los avances de la guerra moderna, el armamento no fue renovado y no se uniformizó el calibre. Además, en el aspecto político, el Perú era un país fraccionado por las pugnas internas, no habíamos alcanzado nuestra unidad nacional.
La guerra nos dejó una amarga experiencia. De la derrota surge el segundo militarismo de la historia peruana. Emerge en estas duras circunstancias la figura del general Andrés Avelino Cáceres, quien durante la Resistencia de la Breña nos dio un ejemplo de dignidad, al no reconocer la derrota y mantener en alto las armas contra el invasor. Después de la guerra el general Cáceres es elegido Presidente Constitucional y el país se encamina hacia la reconstrucción nacional. Un objetivo guiará al gobierno de Cáceres solucionar los problemas económicos y políticos, para encontrar la estabilidad que garantice la reactivación militar y permita exigir a Chile la realización del plebiscito, para la devolución de nuestras dos provincias cautivas: Tacna y Arica.

Este objetivo pasaba por la necesaria modernización del Ejército. Fue por ello que se iniciaron las gestiones para contratar una misión militar europea, para que reformara el Ejército Peruano. La grave situación económica del país, sin embargo, impidió que durante el gobierno de Cáceres este proyecto se concretizara. Sin embargo durante su breve segundo gobierno intentó reactivar este anhelo, pero circunstancias políticas se lo impidieron.
Su sucesor, Nicolás de Piérola hizo suyo este proyecto. El inicio del nuevo siglo XX exigía cambios acordes con los nuevos tiempos que se vivían. Piérola planteó la necesidad de reorganizar completa y definitivamente el Ejército. Para comenzar tan importante tarea era necesario contar con asesores militares que orientaran a nuestro gobierno en tan difícil tarea y conforme a los adelantos del arte de la guerra. Fiel a nuestra tradición militar, se decidió contratar en Francia una Misión Militar, la que llegó al Perú en 1896 y desarrolló un papel importante y fundamental en la transformación del Ejército. Lo mejor de la tradición militar francesa se hizo presente en nuestra patria, enriqueciendo nuestros valores nacionales.

Su primera actividad estuvo dirigida a constituir con oficiales y tropa peruanos un conjunto de instructores para desarrollar nuevos métodos y procedimientos de guerra. Su centro de operaciones fue la antigua Escuela de los Cabitos en Chorrillos. En noviembre de 1896 elevó un primer informe al gobierno aconsejando la organización de una Escuela Militar para dirigir desde allí la instrucción y formación doctrinaria de los futuros oficiales.
El Ejército del Perú inicia el siglo XX con renovados y optimistas bríos. Una vigorosa transformación comienza no sólo en la institución sino también en el conjunto de la sociedad peruana. Se inició un proceso de regionalización militar, acorde con las necesidades integrales del país; se dio una renovación doctrinaria y académica en los centros de instrucción militar. Así, el esfuer­zo de los oficiales y soldados peruanos permitió forjar un Ejército moderno.

El Ejército empezó la segunda mitad del siglo XX con renovado optimismo, en condiciones de exhibir una doctrina propia, enriquecida con el aporte de la Misión Militar Norteamericana, que llegó al Perú a fines de 1944 y permaneció hasta 1969, brindando asesoramiento técnico que se hizo extensivo además a la venta de material bélico norteamericano. El título de Inspector General del Ejército fue cambiado por el de Comandante General del Ejército, el 12 de marzo de 1953.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos de Norteamérica emergieron en el contexto internacional como una potencia hegemónica que lideró la defensa continental. Ese país expidió la ley de préstamos y arriendos con la finalidad de dotar de armamento a los países aliados. En la tercera reunión de cancilleres celebrada en Río de Janeiro el 30 de marzo de 1942, se acordó “el principio de solidaridad continental” frente al peligro común: el totalita­rismo fascista y se fundó la Junta Interamericana de Defensa para la firma de acuerdos bilaterales y militares de ayuda mutua, técnica y material. En este contexto empieza a desarro­llarse la presencia de la Misión Norteamericana en nuestro Ejército.

Desde 1948 el Ejército interviene en las actividades de desarrollo nacional como la construcción de carreteras, seguridad ciudadana, tareas de salud, educación, prevención y socorro en casos de desastres, entre otras. Además incentiva el desarrollo de las industrias ligadas al abastecimiento militar, se renueva la fábrica de municiones, se instala una de zapatos y curtiembre y otra de vestuario. En 1960 entró en funcionamiento el Centro Industrial del Ejército y en 1974, todas estas fábricas se unifican como Industrias Militares del Perú.
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En el campo de la defensa, hasta 1969 la Secretaría de la Defensa Nacional figuraba en la estructura orgánica de la Presidencia de la República. La labor que cumplió en el diagnóstico de la realidad del país y proponiendo objetivos nacionales, determinó que el 27 de agosto de 1979 se convir­tiera en Sistema de la Defensa Nacional, asignándole el más alto rango. Al crearse en 1987 el Ministerio de Defensa este sistema fue incorporado en su estructura. En 1991 se le restituyó su autonomía creándose el Consejo de Defensa Nacional.

La mujer peruana fue considerada en este período dentro de la ley del Servicio Militar y orgánicamente se incorpora a filas en 1993 mediante el Servicio Activo no Acuartelado Femenino (SANAF). En 1997 se asimilaron como oficiales un grupo de mujeres profesionales y ese año ingresó el primer contingente de damas como cadetes a la Escuela Militar de Chorrillos.
Durante estos años se crearon dos nuevas Armas: Transmi­siones en 1959 e Inteligencia en 1991. Y en 1957 la Escuela de Paracaidismo del Ejército; en 1960 la Escuela de Comandos; en 1965 el Destacamento de Fuerzas Especiales; y en 1973 la Aviación del Ejército.
Evidenciando la calidad alcanzada por nuestro Ejército, el Perú, envió entre 1973 y 1975, fuerzas militares al Medio Oriente para asegurar el cese al fuego y la separación de las tropas árabes-israelíes después de la guerra del Yon Kippur. En efecto, el Batallón Perú a órdenes de la fuerza de emergen­cia de las Naciones Unidas, contribuyó en esta tarea conjunta­mente con unidades de Panamá, Suecia, Irlanda y Canadá.

En la defensa del frente externo la institución se llenó de gloria en las acciones de la Cordillera del Cóndor, cuando en enero de 1981 el Ecuador intentó penetrar en la región del Cenepa. Al repetirse, en enero de 1995, la infiltración ecuatoriana en las cabeceras del río Cenepa se volvió a desalojar al invasor.
Después de la guerra de 1879, ninguna hecatombe había asolado nuestra Patria como la guerra subversiva iniciada en mayo de 1980. A partir de diciembre de 1982 las Fuerzas Armadas asumen la conducción de la lucha contrasubversiva. Entonces la cuota de sacrificio, heroicidad y abnegación del Ejército, así como de los otros Institutos Armados, fue inmensa.
Al iniciarse en 1990 la Pacificación del territorio nacional, esta lucha rindió sus frutos y permitió la captura de los principales líderes terroristas, permitiendo así concentrar todos los esfuerzos nacionales en la búsqueda del desarrollo y bienestar.

Al Ejército del Perú, no solo hay que entenderlo como institución reducida exclusivamente a las acciones militares, sino integralmente, ligado al desarrollo del país. Nuestra institución al ser permanente contribuyó a delinear un territorio, un carácter nacional y producto de sus luchas y victorias el amor y respeto a los símbolos, héroes nacionales y por ende la grandeza del Perú.
Nuestro Ejército, como parte componente de las Fuerzas Armadas, por mandato constitucional, participan en el desarrollo socioeconómico del país y en la Defensa Civil. Los últimos años, esta tarea ha adquirido una gran importancia, facilitando la adhesión de la población, base fundamental para lograr la Pacificación y el Desarrollo Nacional.

El Ejército del Perú, consciente de la necesidad de consolidar la Pacificación Nacional, consecuente con la misión que le compete de garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República, también ha volcado su accionar, experiencia, infraestructura y vocación de servicio participando en la aplicación de programas que contribuyan al bienestar y desarrollo del país como son los de colonización o creación de fronteras vivas, construcción de carreteras, formación y educación cívica, estudios cartográficos ayuda a la comunidad o acción cívica, estudios en el continente antártico, etc. Todo este esfuerzo permite apreciar, con mayor claridad la trascendencia de la tarea nacionalista que cumple el Ejército y también es una manera para que mantenga una permanente y verdadera cohesión con el pueblo en bien del Desarrollo Nacional.

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